domingo, 6 de abril de 2008

Cuchillas lingüísticas


Ruinas de la Terminal 4 de Barajas después del atentado de ETA

Los casi 9 meses de optimismo socialista ante el alto el fuego permanente de ETA se han derrumbado junto con el esperanzador mensaje de su líder, José Luís Rodríguez Zapatero. A menos de 48 horas del atentado de la Terminal 4 de Barajas, el presidente del gobierno aseguraba que “dentro de un año estaremos mejor que hoy”, haciendo alusión a los avances conseguidos en materia terrorista como uno de los mayores logros del 2007.
Pero después de esta tempestad, las aguas aún siguen más que revueltas. Las duras declaraciones del secretario ejecutivo de organización del Partido Popular de Catalunya, Xavier García Albiol, no han hecho más que abrir una batalla encarnizada por demostrar quién ha tenido la razón en el tema del terrorismo. Albiol no dudó en caricaturizar el optimismo y la convicción con las que Zapatero se refirió al proceso de paz a poco más de un día del atentado e hizo referencia a la ineficacia del CESID en cuestiones tan relevantes como el terrorismo, todo ello en unas declaraciones posteriores al atentado.
Albiol no vaciló en meter el dedo en la herida del presidente del gobierno al responsabilizarle del atentado con palabras tan duras como “a las 48 horas LE ponen una bomba y LE vuelan la T4”. Como dos letras como son “le” pueden decir más que 1000 palabras juntas… En este caso, la intención de Albiol quedó más que clara: la bomba no se la pusieron a las dos victimas del atentado (Albiol no se refiere directamente a ellos en ningún momento), sino que se la pusieron a Zapatero. Es Zapatero el único responsable del atentado y es a él a quien “le volaron la T4”.
Una cuestión tan delicada como es un atentado puede convertirse en otro escarceo político, en otro de los tantos concursos de popularidad a los que nos tienen acostumbrados. E incluso en casos como éste los protagonistas no pueden ser otros que los propios políticos, culpándose unos a otros y olvidándose de lo verdaderamente importante: ¿Qué pasa con Diego Armando Estacio y con Carlos Alonso, las verdaderas víctimas?. ¿No sería momento de reflexionar sobre la pésima situación en la que nos encontramos y dejar de tirarnos los platos a la cabeza de una vez?